Escrito por: Marco Antonio Márquez Monje. Universidad del Bío-Bío, Chile.
Un término muy utilizado en Estados Unidos y adoptado como tal en nuestro país producto de este dilema, es el denominado “bullying” que literalmente se traduce como “intimidación”, concepto que se aplica en gran parte a lo sucedido en nuestras escuelas, o también denominado “violencia escolar” o “matonaje”, por el cual necesitamos aportar propuestas que intenten solucionar esta problemática.
Todos somos diferentes, ya sean gustos, ideas, sensibilidades, sentimientos, capacidades… es en esto donde la tolerancia juega su papel protagónico más importante ya que, estas diferencias provocan conflictos en la vida cotidiana, cosa que es natural y espontánea de los seres humanos, el punto está en la aceptación de estas, y la sana convivencia con la misma. José San Martin hace referencia a esto con lo siguiente: “Hay mucha variedad y puntos de vista en nosotros… El conflicto es algo ineludible, es algo vivo que sigue su curso, a pesar de que huyamos de él”.(San Martín, J. A. 2003).
Ante lo dicho anteriormente es muy necesario tener claro que estas diferencias siempre estarán sujetas a cada persona, y es aquí donde los adultos, padres y especialmente los docentes deben aplicar esta verdad, para lograr transmitirla de forma adecuada a los niños, quienes están en formación general, un ejemplo de esto puede ser la aplicación de la tolerancia a los valores que se van adquiriendo en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El libro “Violencia en la Escuela” señala: “Así como existe una violencia inherente a la situación de aprendizaje que no se puede eludir, existe otras a las que es necesario oponerles resistencia. (Leva A. M. y Freire M. 2009). Es indiscutible que estas actitudes y acciones violentas existan, pueden transformarse desde una simple diferencia de opinión a acciones ya sean verbales o físicas que deben desaparecer o disminuir lo más posible en nuestros alumnos para ejercer la sana convivencia y tolerancia en nuestros estudiantes, logrando esto la escuela se puede convertir en un aporte, en una fuente que promueve estos buenos valores y no en un lugar de práctica de la violencia, discriminación y conflicto.