Muy cuestionado ha sido el tema de la religión, hay quienes señalan que eso es cuestión de embobados, o simplemente de quienes no tienen más que hacer, que buscar un sentido más “colectivo” para el tan en boga “sentido de la vida”, sin embargo, ¿qué tan real puede ser aquel pensamiento de los que ven su sentido de vivir más allá de lo tangible?, o más allá de eso, ¿cómo ese intangible va a ser considerado válido y aceptado?, surgirán los que apuesten por una mezcla de lo que nuestros sentidos nos aportan y de lo que lo intangible nos entrega.
¿Qué es lo tangible?, dicha palabra hace relación al mundo sensorial, a aquel que describía muy bien Aristóteles cuando pretendía señalar que sólo lo que podemos experimentar es por cierto verdadero y a su vez real. Para los cristianos, dicho término no siempre tiene mucha validez, sin embargo, no podemos negar que a lo largo de la Historia, sí han existido personajes relevantes que se han enfocado en esta perspectiva tangible del cristianismo, y por tanto de la fe. Pero, ¿Qué es la fe? ¿Podemos conocer y tener fe (creer) a la vez? Santo Tomás responde negativamente: “es imposible que haya fe y conocimiento sobre una misma cuestión, pues no se puede creer en las cuestiones demostradas; si ya se tiene el conocimiento, la fe no es posible. La fe implica un riesgo; una fe demostrada ya no es fe.” (Historia de la Filosofía, 2003), sin embargo, ante la pregunta, ¿si logro comprobar a Dios, entonces ya no puedo creerlo?, Aquino responde que “las verdades demostradas racionalmente no son dogmas, sino sólo una especia de introducción a los dogmas.”