Como sabemos la música es capaz de mover masas y es por esto que me quiero referir a un estilo en particular, que llego hace algún tiempo a nuestras tierras, además de la preocupación que me causa el ver como este estilo que mueve masas está deteriorando cada vez más la infancia de nuestros niños. Me refiero al reggaetón, que se introdujo en nuestras vidas como una simple moda que en un plazo máximo de un par de años se acabaría, sin embargo aún está aquí latente y parece que tendrá para más.
El reggaetón es un género musical que está influenciado por el hip hop y el reggae jamaicano; la particularidad de esta música se da por sus letras, que a través de ellas, muchos jóvenes y niños reflejan lo que sienten y piensan, además por su ritmo pegajoso y repetitivo se convierte en la música preferida para las fiestas.
¿Realmente nuestros niños ven reflejado lo que piensan y sienten en estas letras? Letras sin sentido, que solo inculcan a una vida de adicciones, donde se incentiva y erotiza a niños menores de 10 años que recién están descubriendo su cuerpo y las sensaciones que este les puede producir, donde se vanagloria el hecho de robar, el tráfico de drogas, el maltrato y la utilización de la mujer como un objeto.
Es indignante ver a niñas tratando de parecer una modelo de nuestra farandulilla, compitiendo por quien baila mejor esta música, sabiendo ellas lo que realmente significa el “perreo” tratando de hacer los movimientos del coito más eróticos posibles y con tan solo 10 años. Los niños y los jóvenes, sobre todo los todavía “no maleados”, incorporan por simple imitación los modales y actitudes de los “reggaetoneros” y para colmo, los videos presentan un mundo irreal y exagerado que ellos tratan de imitar de cualquier forma.
El reggaetón está a la moda, pero ¿quién dice que la moda está bien? Qué triste sería que todos sean iguales y que su igualdad esté basada en aspectos superficiales que no llevan a nada. A causa de esto, es normal que chicos/as de 12 años tengan novias/os, “bailen apretados, dando duro” como se dice vulgarmente y no cuiden su integridad.
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Enviado por: Sallih González Mendoza, estudiante Pedagogía en Ed. General Básica. Universidad del Bío-Bío, Chile.