Escrito por: Carlos Godoy Valenzuela, Pedagogía en Educación Física. Universidad del Bío-Bío.
Las artes marciales tienen un origen de cientos de años atrás que se fue divulgando con el budismo derivado de India. Llegando a china a través del monje Bodhidharma y luego a Japón por guerreros de la isla de Okinawa. Esta ciencia de lucha no solamente es para el combate sino también para el desarrollo del autocontrol y el propio conocimiento interno (nuestras debilidades, nuestras fortalezas, etc.), además de fortalecer el cuerpo de manera obvia por el constante ejercicio físico que se realiza.
Ahora hablando un poco de educación, en estos tiempos los alumnos y jóvenes estudiantes son muy poco tolerantes a la frustración, poco respetuosos a las jerarquías en los colegios o instituciones donde están estudiando, es cosa de ver videos en youtube donde alumnos golpean a profesores y a sus propios compañeros (el bullyng), la agresividad ha crecido día por día. ¿Entonces que debemos hacer los profesores? ¿Combatir violencia con más violencia, castigos, privaciones?
Mi opinión sobre estas preguntas es muy distinta de lo que diría un profesor o inspector de colegio sin practicar algún arte marcial, en vez de dar más castigos aumentando el enojo y la frustración de los alumnos, ¿no es mejor enseñar al alumno a controlar sus instintos, sus ganas de golpear a otros, y su frustración? En la práctica de artes marciales esto es fácil de lograr, aprendiendo a central la mente, y controlar el cuerpo.
Como primer beneficio dentro del entrenamiento en cualquier Dojo de arte marcial se puede citar la rígida educación que el profesor (Sensei) le señala al discípulo, apuntándole la práctica de la proyección hacia la mirada interior, hacia la introspección, convirtiendo al alumno en un total interprete o traductor de su verdadero “Yo”. Desgraciadamente las artes marciales como todo en este mundo, han sido juzgadas bajo los ojos y el criterio de los ignorantes que nunca han asistido a una sesión de entrenamiento de artes marciales. Los jueces con mirar de forma superficial inmediatamente concluyeron que las artes marciales eran solo formas o sistemas de lucha cuerpo a cuerpo destinadas a vencer o a eliminar el hombre contra el hombre.
Aceptarlas en nuestra sociedad actual sería como respaldar el hecho de incitar a que las personas se conviertan en samuráis y las ciudades modernas fueran en el Japón medieval. Sin embargo, admitir estas ideas sería equivocarse y caer en la sombra del error.
En conclusión, las artes marciales serian de mucha ayuda a la educación, siempre que se practiquen y se entreguen valores de compañerismo, auto superación, respeto por los demás y respeto por ti mismo y no tomarlas como deportes competitivos donde ganar a toda costa es el objetivo principal(dejar fuera la competitividad y la visión espartana del entrenamiento y evocarse a la visión ateniense de la sabiduría), porque las artes marciales sin valores serian meramente violencia sin ningún objetivo educacional.