El ser humano al momento de nacer conoce sensaciones gratas y desagradables que lo incentivan a la búsqueda o al rechazo de un algo. En principio busca satisfacer sus necesidades básicas, que al ser atendidas le producen sensaciones de bienestar. Un bebé tiene una sensación desagradable de hambre y quiere que aquella sensación desaparezca por lo tanto llora, la madre buscará el porqué del llanto y cuando lo descubra alimentará al bebé, este al estar siendo atendida su necesidad sentirá gozo, de ahí en adelante el humano sigue un camino tomando lo que le gusta y dejando de lado lo que no, muchas veces en el camino a la madurez tomará decisiones que no serán de su agrado, pero que sí serán por un bien mejor que lo reconfortara de una manera u otra.
Las personas se desenvuelven e interactúan con el medio con un fin claro que muchas veces les es inconsciente, pero que en esencia es la felicidad del el momento que viven y del que vivirán a futuro. En ningún momento de la vida buscamos la pena, tristeza o infelicidad, nos desarrollamos en pos de vivir la vida placenteramente, aunque pasemos más tiempo viviendo la de otros.
Buscamos formar lazos fuertes con nuestros semejantes que nos brindan alegría o que pensamos que nos pueden ayudar a alcanzarla.
Por medio de las experiencias adquiridas a lo largo de la vida aprendemos a conocernos interiormente y de acuerdo a ellas buscamos una y otra vez repetir las situaciones o sensaciones que nos fueron gratificantes.
Tanto el hombre como la mujer, por separados y en conjunto, buscan alcanzar la felicidad día a día aunque no siempre se consiga, pero son capaces de seguir en la búsqueda de ella. Por lo dicho es que nos desencantamos de las cosas fácilmente cuando de una u otra forma llegamos a la pregunta ¿con ella, con él, con lo que hago, con lo que dejé de hacer, por cómo me comporto, por como soy, etc. ¿SOY FELIZ?
Sabiendo esto es cuando vinculo el aprendizaje lúdico motriz a la alegria de fácil acceso que este nos proporciona. Buscamos alegría, queremos ser felices y aprendemos de una mejor manera cuando estas emociones están vinculadas, nos gusta jugar y el jugar brinda alegría por lo que las situaciones lúdicas deben estar durante toda la vida.
Podríamos decir que la sociedad de estos días más que felicidad busca sobrevivir en este mundo, basándonos en los conflictos internacionales, crisis económicas y países tercermundistas de la actualidad pero a pesar de todo esto, de igual forma la felicidad es el fin último de toda persona.
Un ejemplo es una persona que no le gusta su trabajo, por lo tanto este trabajo le produce reproche y desdicha ósea, no lo hace porque le produzca felicidad directamente pero sí, el pago que reciba por aquel trabajo, con el que asumirá sus gastos de alimentación, entretención, vida social, etc. Un sin número de necesidades serán atendidas tanto materiales como familiares y sociales que contribuirán a su felicidad.
La búsqueda de felicidad en la mayoría de los casos aun es indirecta pero sigue siendo la meta de todo ser humano aunque este no este consiente de esta y quizás en un futuro podamos decir que nos mueve el paradigma de la felicidad y hacer solo lo que nos la produce.
El paradigma lúdico motriz es la idea de que el ser humano se desarrolla tanto física, psicológica y socialmente por medio del juego asociado a le diversión que este le produce dependiente a las etapas que vivencia.
Mi propuesta de motricidad se toma del paradigma lúdico motriz asociándolo a la alegria y felicidad que el jugar produce, si bien es sierto, no existe concretamente el paradigma de la felicidad, de igual forma hay autores que hacen referencia a ella para darnos una idea mas acabada.
Para Santo Tomás de Aquino, la felicidad no se consigue en los bienes materiales, sino a través de la verdad y de Dios. Aristóteles pensaba que el mayor nivel de felicidad y satisfacción estaba en la vida contemplativa. Kant, creía que los seres humanos son felices como producto de una moral universal.
Gandhi hablaba de felicidad como sinónimo del equilibrio entre alma, mente y cuerpo.
Para el Dalai Lama, la felicidad está determinada más por el estado de la mente, que por los eventos externos.
"Se define la felicidad como la apreciación subjetiva de la vida como un todo. En otras palabras es: cuánto le gusta a uno la vida que vive".
Estamos en una sociedad irritante y poco tolerante en donde lo que hace falta es tomarse las cosas con humor y ver la vida con más alegría y, se nos olvida que jugar es la forma más fácil de conseguir esta alegría tan anhelada. A medida que maduramos se nos olvida como jugar, algunos dirían que se nos olvida como ser niños, pero jugar no debe asociarse solo a los niños, ya que como postula Stuart Brown es que una de las cosas que nos caracteriza como humanos es que somos una especie diseñada para jugar a lo largo de toda la vida y que de pronto se nos olvida.
Brown deja clara la importancia del juego en los niños cuando el, como forense integrante de una investigación descubre que el factor común de algunos asesinos en serie fue que en su niñez tuvieron una privación del juego, lo que los hiso más vulnerables socialmente.
A muerte termina en un juego en donde los huskies ofrecen su cuello al oso sin temor alguno.
Mi propuesta de motricidad se enfoca en darle un mayor protagonismo al juego, en todas las etapas de la vida, tanto en la niñez, madurez, adultez y vejez llevando el juego a todos los contextos, sobre todo al laboral en donde el jugar es olvidado, buscando solucionar el problema de la anti socialidad e irritabilidad con la que carga la sociedad actual, la que pocas veces en la etapa adulta vincula el jugar con una forma de distraerse y una forma de esto es incorporando juegos a las pausas activas de gimnasia laboral más que solo ejercicios que mejoren la articulación y movilidad de los miembros. En los mas pequeños fomantando los juegos de intercambio de roles para asi ir generando una sociedad mas empática en donde el yo, yo y yo se convierta en un primero él, luego tú y después yo.
De acuerdo a Veenhoven (1998), la felicidad tiene implicaciones en la calidad de vida de la sociedad.
La mejor sociedad, sostenía Bentham, es aquella en la que los ciudadanos son más felices. Por lo tanto, la mejor política será la que genere una mayor felicidad; y, cuando se trate de la conducta privada, la acción moral más correcta será aquella que dé más felicidad a las personas a las que afecte. Éste es el Máximo Principio de la felicidad: fundamentalmente igualitario, porque la felicidad de todos cuenta por igual; y también fundamentalmente humano, porque sostiene que en última instancia lo que importa es lo que sienten las personas.
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Enviado por: Cristian Valenzuela, estudiante de Ped. en Educación Física. Universidad del Bío-Bío, Chile.